¿Éxito o fracaso?

Periodista, intérprete, traductora, controladora aérea, directora de hotel, políglota y empresaria. Esa soy yo en las siete vidas que me quedan por vivir.

En la actual, las tres primeras fueron descartadas por el gran desembolso económico que suponía tener que trasladarme a otra ciudad. El miedo a las matemáticas unido al pésimo historial en dicha materia durante toda mi vida estudiantil, hicieron que descartara la opción de controladora aérea. La quinta opción la he perseguido durante diez años y he descubierto que mientras los actuales directores de hotel tengan hijos, primos, sobrinos, amigos y conocidos, el resto de mortales sin dinero no tenemos nada que hacer. Lo de políglota...bueno según la Real Academia de la Lengua: "se dice de una persona: Versada en varias lenguas" así que como no especifica cuántas, puedo afirmar que lo soy. Por último en cuanto a lo de ser empresaria...ideas no me faltan (no las voy a desvelar porque no las tengo patentadas). Lo que me falta es dinero, contactos y un par de "ovarios" para llevar a cabo un sueño, para dejarlo todo en tiempos de crisis. Lo que me falta es valor para elaborar un proyecto brillante y convencer a alguna de las más importantes entidades bancarias de este país para que financie a alguien sin un colchón económico, sin un aval y sin propiedades con las que responder ante un posible fracaso; el fracaso de quien se la juega por ser alguien en esta vida; alguien que no se conforma con la vida que lleva, alguien que quiere hacer algo más que cumplir órdenes, alguien que está harto de escuchar "ahí afuera las cosas están muy mal, deberías dar gracias a Dios".

Pero como decía Calderón de la Barca "....la vida es sueño y los sueños, sueños son”...por eso yo no dejo de soñar...

Lo que nunca imaginé es que uno de los sueños de mi vida (trabajar viajando por todo el mundo, hablar idiomas, conocer y convivir con gente de diferentes culturas y además ser remunerada económicamente por ello) se iba a hacer realidad. Pero aunque parezca mentira, incluso esta opción de vida aparentemente tan idílica, tiene fecha de caducidad. Dependiendo, eso sí, de los valores y principios de cada persona. Yo, en su momento aposté por la vida “normal”, esa vida “a, b, c” que nos venden desde que llegamos a este mundo: estudios, una carrera, un trabajo fijo, un marido, hijos, perro y paella los domingos, pero me salió mal. Sólo ahora me doy cuenta de que hay otras opciones de vida válidas...sólo hay que aprender a vivirlas...