Es cierto que la definición de la palabra “amor” es muy amplia, subjetiva y aplicable a un sinfín de sentimientos hacia personas, momentos, sensaciones, cosas, situaciones, animales, plantas, aromas, pensamientos, palabras…etc.
Sin embargo ella lo tenía claro. Sentía que le habían robado la capacidad de amar y la capacidad de enamorarse. Dicen que llegada una cierta edad tanto el amor como ese momento mágico de enamoramiento se viven de otra forma. Se dice que esas mariposas en el estómago dan paso a una complicidad especial, a una forma de amar diferente...que dan paso a un amor adulto. En definitiva, dan paso otro tipo de sentimientos más verdaderos, aún si cabe, que aquellos procedentes de un enamoramiento veinteañero.
Pero ella no creía en nada de eso. Lo había intentado en más de una ocasión pero era incapaz. Llegó a querer con fuerza pero ese sentimiento nunca se convertía en amor. No al menos tal y como concebía ella este complicado, amplio y vasto concepto. Era como si una gran dosis de anestesia permanente le hubiera adormilado para siempre todas aquellas partes del cerebro que permiten al ser humano sentir esa magia especial que te hace vibrar por dentro.
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